Los abogados que diariamente transitan los pasillos judiciales —y quienes aguardan una resolución que nunca llega— coinciden en una misma frase: “la Justicia está paralizada”.
A los plazos que se dilatan sin explicación se suman inconsistencias en los actos administrativos y resoluciones que evidencian una falta de revisión y control interno.
A las permanentes licencias de algunas Magistradas y algunos Magistrados se suma otra preocupación, según se advierte desde distintos sectores, es la falta de compromiso laboral que se percibe en parte del personal judicial. Resulta frecuente ver empleados fuera de los edificios del Poder Judicial durante el horario de trabajo, caminando por el centro de la ciudad o saliendo de los tribunales sin justificación aparente.
Estas situaciones —que pueden parecer menores— terminan erosionando la confianza de la ciudadanía y profundizan la percepción de una justicia desconectada de sus deberes y de la realidad cotidiana.
Y lo que resulta terminal para la justicia es el desdén que muestra el Superior Tribunal que ha perdido toda capacidad de control y sanción sobre el personal que se escabulle en forma permanente y acrecienta la mora Judicial
Por último, la implementación de las OGU solo vino a amplificar la crisis en la que se encuentra el Poder Judicial.
Mientras tanto, los justiciables esperan, los abogados insisten y los expedientes se amontonan.





