Lo que podría haber pasado inadvertido tomó otra dimensión debido al completo silencio que mantuvieron sus colegas. Ninguno de los otros miembros de la Corte emitió declaraciones públicas al respecto, reforzando la sensación de una “muralla de silencio” institucional frente a los comportamientos de sus integrantes fuera del estrado.
El único que rompió, brevemente, ese hermetismo fue el juez José L’Huillier, quien consultado sobre la situación respondió con una frase escueta:
“Son cuestiones de su vida privada”.
La respuesta, que evita cualquier juicio de valor, fue interpretada en algunos círculos como una forma de marcar distancia sin comprometerse, y en otros como una defensa indirecta.
Sin embargo, voces del ámbito judicial y político señalan que el problema es "el contexto", la percepción de una justicia distante, sin rendición de cuentas, donde ciertos privilegios parecen mantenerse intactos aun cuando la ciudadanía exige mayor transparencia y compromiso.
La jueza Monte Riso no ha hecho comentarios al respecto, y desde su entorno aseguran que no tiene intención de responder a las críticas.