Qué ocurrió en Tribunales
La jueza de Garantía N.º 4, Luciana Banó, presidió la extensa audiencia en la que el Ministerio Público Fiscal —a cargo de las fiscales Linda Maluf y Roxana Alcaraz— formuló cargos por fraude a la administración pública, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Además de los tres ex ministros, fueron imputados dos ex intendentes por convenios que, según la acusación, recibieron millonarias transferencias y no registran obras concluidas en los lugares señalados.
Medidas y alcance de la investigación
Tras la formulación de cargos, el tribunal adoptó medidas de coerción: firma del libro de imputados, prohibición de salida de la provincia por 120 días (salvo excepciones por funciones públicas) e inhibición general de bienes por igual plazo. La Fiscalía detalló transferencias millonarias en varios convenios (La Toma, San Francisco, Cortaderas) y describió un patrón repetido: anticipos girados y rescisión de contratos sin constatar ejecución de las obras.
La defensa y el discurso político
Los imputados y sus defensores rechazaron la acusación. Ernesto “Pipi” Alí —hoy diputado nacional— negó irregularidades y llegó a decir en Tribunales: “salí más pobre que cuando entré”, subrayando que se trata de una persecución política y reclamando que la práctica de obra pública tuvo ejecución en terreno, con trabajadores presentes. Luciano Anastasi se presentó como empresario y atribuyó las imputaciones a un contexto político; Claudio Latini, que enfrenta además otras causas, prefirió abstenerse de declarar y dejar la defensa en manos de su representante.
Lo que la Fiscalía sostiene y lo que preocupa
La acusación del MPF no se limita a errores administrativos: la fiscalía sostiene que hay indicios de dolo por la reiteración del modus operandi —anticipo, ausencia de avances y rescisión previa a cambios de gestión— lo que, a su juicio, configura un fraude al Estado. Para la Fiscalía de Estado, la pauta es clara: no se trata solo de contratos que quedaron truncos por la coyuntura económica, sino de una operatoria que se repitió en distintas localidades con las mismas características.
Impacto político y social
El caso trasciende lo penal y entra en lo político: involucra a ex funcionarios ligados al gobierno de Alberto Rodríguez Saá y obliga a revisar controles en la ejecución de obra pública provincial. Además, la difusión mediática y las declaraciones públicas de los imputados alimentan la polarización: para unos es una investigación necesaria por daño al erario; para otros, una maniobra de persecución política. En el medio quedan los vecinos y las comisarías —las obras prometidas— que, según pericias, en muchos casos no se concretaron.
La causa continuará su trámite: la investigación recopilará documentación, peritajes y declaraciones que deberán demostrar si hubo o no dolo y quiénes fueron los responsables efectivos. Hasta entonces rige la presunción de inocencia, pero la fiscalía reclamó medidas cautelares proporcionales ante el riesgo de dilución del crédito público